INFANCIA, FAMILIAS, ESCUELAS Y PANDEMIA POR COVID 19

¿Cómo hacer para que niños y niñas vuelvan a la escuela con garantías de salud, física y emocional para ellos mismos, profesorado, familias y sociedad en general?

Ana González Uriarte
Psiquiatra infantojuvenil y terapeuta familiar

No tengo la respuesta a esta pregunta. Mi intención es poner en el centro de atención las necesidades emocionales infantiles. Y partiendo del hecho de la complejidad y variabilidad tanto de niños/as, familias y de escuelas lo que se me ocurren son más preguntas.


¿Cuáles son las necesidades básicas infantiles? ¿La “sociedad” como conjunto es sensible a las necesidades emocionales? ¿Qué funciones ha de cumplir el sistema escolar y cómo ha de llevarlas a cabo? ¿Puede la escuela tal como la tenemos concebida respetar las necesidades emocionales tanto antes, durante como después de la pandemia?¿Aulas saturadas y patios de cemento son el mejor entorno – contexto de desarrollo para la infancia? ¿Está crisis por Covid puede ser una oportunidad para cambiar el sistema escolar? ¿Estamos familias, escuela  y sociedad preparadas para cambiar? ¿somos capaces de mirar un poco más allá y explorar iniciativas y alternativas a la “escuela tradicional”? ¿somos capaces de tener en cuenta a la infancia y preguntarnos cómo diseñarían las escuelas y las aulas los niños y niñas; o yendo más allá preguntarles directamente cómo lo harían?


Necesidades en la infancia: la seguridad emocional básica

Los seres humanos somos seres ultrasociales preparados para la vinculación emocional. Nuestro desarrollo socioemocional y cognitivo depende de la seguridad de dichos vínculos en etapas tempranas de la vida. No “sólo” el desarrollo depende de los vínculos sino que nuestra salud y bienestar a lo largo de la vida depende de la salud de estos vínculos, tanto de los que hemos tenido en la infancia como de los que vamos desarrollando a lo largo de la vida.

La seguridad emocional básica se adquiere en la familia, a partir de las relaciones afectivas de apego con la madre y el padre (o si faltan, con quien ejerce el cuidado, siempre son un nº muy  reducido las figuras de apego) con quien establecer una relación cálida, intima y estrecha. Es la sensibilidad ante las necesidades (físicas y emocionales, que son inseparables) y la respuesta regular y estable y “suficientemente buena” de cuidado la clave que promueve el desarrollo durante los primeros años de vida de un sentimiento de seguridad interno que conlleva  expectativas de ser cuidado y regulado cuando se requiera. Se adquiere la seguridad básica de que se puede confiar en los demás y que uno/a mismo/a es merecedor/a de ser cuidado.

 El vínculo de apego cumple entre otras funciones la de regular  las experiencias estresantes: el bebé es dependiente de la madre para ser regulado; con el tiempo y el desarrollo de capacidades se irán adquiriendo capacidades de autorregulación cada vez más eficaces.

Insisto en la idea de que los seres humanos somos seres ultrasociales, preparados para la vinculación y la cooperación social. Por nuestra naturaleza es en “lo relacional” donde nos desarrollamos. Y es en esas relaciones de apego donde desarrollamos las habilidades sociales, la cooperación, la empatía, etc.

Por otro lado, pensamos que hay un impulso natural humano a crecer y aprender que propicia los aprendizajes. Si las necesidades emocionales están satisfechas, el sistema de exploración, que impulsa a interesarse por el mundo, se activa. Y a través de la interacción, facilitada o acompañada por/con otros adultos. con el mundo físico y social, es cómo se adquiere de forma singular los aprendizajes.

El sistema escolar ha de tener en cuenta estas necesidades emocionales de la infancia.


¿Qué funciones cumple la escuela y cómo?

El sistema escolar al cumplir sus funciones de “guarda, cuidado, socialización y transmisión de contenidos” no puede obviar estas necesidades emocionales derivadas de nuestra naturaleza emocional y social.

Las necesidades emocionales y sociales han de ser lo primero a tener en cuenta. Niños y niñas han de sentirse seguros y no atemorizados en el entorno escolar. Las y los profesores se convierten temporalmente en base segura emocionalmente hablando desde la cual poder explorar el mundo físico y social y realizar aprendizajes

En las etapas más tempranas la función principal es la de guarda y cuidado. Si hablamos de guarderías 0-3 años (si, ya sé que no gusta lo de guarderías y que hay que llamarlas escuelas infantiles….) la función principal es la guarda. Y dada la dependencia de los bebés durante esa guarda se proveen cuidados. ¿Son las necesidades infantiles las que satisface la escolarización 0-3 años? ¿o son las necesidades de los adultos y del sistema laboral? Lo que necesitan las y los más pequeños son cuidados emocionalmente respetuosos que tengan en cuenta sus necesidades afectivas. En estos tiempos de pandemia no son los bebés los que necesitan volver a las guarderías. Necesitan en todo caso 1 ó 2 personas con las que vincularse, que no estén muy estresadas (es decir que las madres y padres tengan red familiar y social, sustento económico y tiempo para compartir y criar) y provean de experiencias de seguridad afectiva así como de espacios relacionales y de juego compartidos con otros.

Conforme niños y niñas crecen van a tener cada vez más capacidades y más autonomía pero el vínculo seguro con su profesor/a va a ser central para el desarrollo. La necesidad de ser tenido en cuenta en su singularidad va a permanecer a lo largo de toda la vida escolar.

En cuanto a la escuela como espacio de socialización, yo me pregunto: ¿Cómo es esa escuela en concreto? ¿Cuida lo suficiente las relaciones y que éstas sean de calidad? ¿Quieren volver los niños/as a la escuela? ¿Y los que no quieren ir, los que sufren, los que son excluidos o acosados? ¿Podríamos preguntarles cómo querrían que fuera su escuela?

No me extenderé en lo que tiene que ver con la “instrucción y adquisición de contenidos curriculares”. Se pueden hacer muchas reflexiones acerca de las maneras de aprender-enseñar, de los aprendizajes significativos y de experiencias alternativas a los modos de enseñanza tradicional.


¿Está la “comunidad educativa” preparada para cambiar?¿Es esta crisis una oportunidad para plantearse cambios profundos que atiendan a las necesidades de la infancia?

Parece que está crisis por epidemia Covid ha puesto de manifiesto la necesidad de cambios en el sistema educativo.

Pero no sé si se están teniendo en cuenta las necesidades reales de la infancia al plantear dichos cambios.

Cualquier sistema humano (familia, escuela…)laboral  tiende a la homeostais, a mantener el equilibrio aún a costa de los elementos que lo componen.

 El sistema escolar y laboral se sostiene en buena parte a costa de mantener a la infancia custodiada en aulas abarrotadas y patios de cemento,  que desde muchos lugares ya se venía denunciando que no cubrían saludablemente las necesidades infantiles.

Las crisis con todo el sufrimiento que conllevan suponen cambio y como todo cambio oportunidad.  Esta crisis terrible del Covid pone de manifiesto lo que para muchas ya es evidente, un sistema escolar que ya estaba previamente poco adaptado a las necesidades reales de la infancia.

Y ante la planificación del regreso en el próximo curso escolar nos encontramos con  propuestas que suponen “más de lo mismo”, con el añadido del miedo.

Propuestas para el cambio teniendo en cuenta las necesidades de la infancia

Algunos profesionales de la infancia como  Heike Freire y José María Paricio se han mostrado públicamente en desacuerdo con las medidas propuestas y lanzado ideas respetuosas con las necesidades infantiles Carta abierta: ningún coronavirus puede reinar en la escuela

Desde mi punto de vista, partiendo de la realidad (compleja, plural y diversa) en la que vivimos, y teniendo en cuenta el funcionamiento del sistema escolar, laboral, social….y las resistencias al cambio, aún percibiendo tal necesidad, la tarea me parece inmensa. La sensación es que las resistencias son tan poderosas que siento el riesgo de que el desaliento y la impotencia se instalen en las personas y los grupos que desde diferentes ámbitos trabajan por un sistema escolar más adaptado y respetuoso con la infancia.

Frente al desaliento solo se me ocurre juntar energías, cooperar con quien está convencido/a de la necesidad de cambiar: maestras/os, escuelas respetuosas con las necesidades emocionales, familias que desean cambios, otros ámbitos de lo social, de la psicología….así como  preguntar a niños/as y adolescentes.

Y contribuir con lo que está al alcance, cada persona con lo que tenemos y desde donde estamos podemos contribuir, podemos realizar “pequeños cambios” mientras los grandes cambios (confíemos) van llegando.

Propuesta: cuidados y educación emocionalmente respetuosa

Una propuesta, siguiendo a Felipe Lecannelier, psicólogo especializado en Infancia y Teoría del Apego, es promover una crianza, cuidados y educación basados en el cuidado respetuoso a las necesidades emocionales infantiles, sea cual sea el contexto donde se produzca eses cuidado.(https://revistamentalizacion.com/ultimonumero/06.pdf ).

Entre  educadoras/profesorado y bebés, niños/as, adolescentes, sea cual sea su edad se establece un vínculo emocional que puede ser suficientemente seguro y por tanto saludable. Las condiciones para que dicho vínculo sea saludable y promueva bienestar y aprendizaje significativo  son: estabilidad, continuidad, especificidad (nº reducido), sensibilidad y ausencia de estrés.

Es decir, el cuidado, acompañamiento y educación ha de ser proporcionado por un número reducido de personas, que se mantengan en el tiempo, sean sensible a sus necesidades emocionales y no sólo no provoquen estrés al niño/a sino que además   le ayuden y acompañen en la regulación del estrés propio de la vida (para lo cual ha de haber número suficiente de cuidadoras por niño/a).


Lecannelier propone un modelo acerca de las capacidades y habilidades que cualquier persona cuidadora/educadora ha de tener y desarrollar para promover vínculos seguros y por tanto un desarrollo emocional, social y cognitivo saludables al mismo tiempo  que se genera un ambiente relacional satisfactorio. Estas capacidades y habilidades de forma muy resumida serían:

  •  Atención: desarrollar habilidades para “prestar atención” minuciosa y sensible a la comunicación tanto verbal como no verbal. Lo cual requiere de presencia física, emocional y mental en sentido amplio. Disponer de tiempo suficiente es imprescindible.
  • Mentalización, es decir “tener en mente la mente del niño/o”, empatizar por un lado y al mismo tiempo ser capaces de reflexionar e interpretar de forma positiva y constructiva a qué obedece su expresión emocional entendiendo que siempre buscará cumplir una función, que va a ir dirigida bien a disminuir su estado de estrés o a amplificar sus necesidades de ser cuidado/a.
  • Automentalización, estrategias dirigidas a tomar conciencia de los propios procesos mentales y emocionales en relación a las conductas de los niños/as, y a desarrollar estrategias de autocuidado para un desempeño más saludable y satisfactorio del trabajo.
  • Regulación: desarrollo de estrategias de regulación del estrés. Los adultos hemos de ser capaces de autorregularnos para poder desde ahí ayudar a regularse a los menores.

En definitiva: atender, escuchar, comprender, empatizar y regular.


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