Gran parte del programa se desarrolla con actividades integradas en el horario de clase y dentro del currículo de diferentes asignaturas, o bien con actividades realizadas en Tutoría. Aquí se incluyen actividades de educación sexual, alimentación saludable, seguridad vial, riesgos de Internet, prevención de drogodependencias, respeto del medio ambiente, prevención de conductas violentas y Programa “Cine y Salud”.
Nuestro slogan es CON SALUD VIVE MEJOR, DISFRUTA MÁS
“La mañana amaneció espléndida de sol y de luz. La marcha arrancó de la ermita de la Victoria, a las afueras de Jaca, lugar donde en legendaria batalla las mujeres de Jaca pusieron en fuga a las huestes mahometanas. Henchidos los corazones de ardor guerrero nos dispusimos a afrontar la primera de las dos subidas que nos esperaban: el monte Guaso.
Dos horas después, la imagen de San Julián con su escopeta en la iglesia de Atarés atizaba los rescoldos casi apagados de una hoguera que precisaba más oxígeno para coronar la sierra de San Juan de la Peña. En cinco horas habíamos culminado la proeza y llegaba la hora de la comida.
Todavía faltaba el paseo por la sierra a la sombra de una vegetación maravillosa y el encuentro con los dos monasterios, el Nuevo y el Viejo, que solo pudimos admirar por el exterior.
El domingo la caminata partía de Santa Cruz de la Serós, monasterio femenino gemelo al masculino de San Juan. Antes de andar ya habíamos tenido tiempo para pasear sus calles y conocer las dos iglesias del pueblo: Santa María y San Caprasio.
Binacua y Santa Cilia fueron los dos pueblos que encontramos en el camino: el primero destaca por su tranquilidad, sus buenas vistas y una preciosa iglesia románica; en el segundo, más bullicioso, la buena conservación de su planta urbana medieval y la casa en la que se recogían los tributos y diezmos que se debían a los abades de San Juan de la Peña.
Quedaba una hora y media más de camino: a veces junto a la carretera y otras, cercanos al curso del río Aragón.
A orillas del mismo, un poco antes de finalizar la ruta, nos sorprendió una especie de jardín japonés con muchos montoncitos de piedras apiladas por los peregrinos entre las que aparecían escritos sus nombres, sus deseos, sus sueños. Un final abierto a la meditación y a la duda. ¿Continuará?”
”Caminante, no hay camino
sino estelas en el mar.”
(Antonio Machado)
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